En algún punto nos empezó a salir caro evadir, evadirnos.
Hablo de evadir las dificultades, evadir los procesos
personales que preferíamos postergar y ponernos un lente color rosa, quizás viendo
una película, saliendo todas las noches, tomando algún trago o simplemente llenándonos
de ocupaciones con tal de no lidiar con eso que estaba en el sótano de nuestras
vidas.
La cultura de lo perfecto, pulcro y limpio, la cultura de nadie
tiene poros, de que te ves más lindo o linda sonriendo, la del piensa positivo,
la cultura de no sientas esa enfermedad, mejor toma pastillas y posterga el síntoma.
No digo que este mal distraerse, ni querer tener un día
color rosa, elevar el pensamiento y reírse con amigos, eso también es medicina
y lo sabemos.
Hablo de que estábamos un poco ciegos ante tanto estimulo
externo, de que hacíamos de todo con tal de no quedarnos en silencio
Las enfermedades siguen siendo tabú, siendo “feas” e innecesarias,
las enfermedades aún no se entienden. Sí, nadie quiere estar enfermo, nos hace
sentir mal y nos posterga, pero tampoco se quiere hacer trabajo para no llegar
a eso y comprender desde nuestro sentir que este cuerpo es sensible, y guarda
en él cada emoción, trauma y alegría vivida.
Me llama la atención aún esa evasión, la del cuerpo como
tal, estamos aquí en este plano, con una estructura hecha de huesos, venas, órganos
y células, estamos aquí envejeciendo, pero la sola palabra eriza los pelos de
muchos.
Las aplicaciones de internet llenas de juventud, y si nos
ponen viejos, aun así, nos mejora los ojos, los labios y salimos siendo todos
guapos. La belleza es fascinante, sí, pero nos olvidamos de que es subjetiva e
insistimos en hacerla estándar.
Sí este proceso de encierro nos ha costado es por eso,
porque sentirnos vulnerables jamás se nos fue enseñado, siempre fue signo de
debilidad, incluso inferioridad, había que estar siempre dignos, con la columna
recta, la cara feliz y la actitud de “soy fuerte”.
Obvio que somos fuertes, estamos vivos después de tantas
cosas que nos han pasado de forma personal y colectiva, hemos soportado
nuestras propias actitudes muchas veces dañinas, hemos repetido traumas de
nuestra familia, hemos amado y a ha dolido, hemos perdido a seres queridos y
visto injusticias…
Y a todo eso nuestro cuerpo, mente y alma ha sobrevivido, sí,
somos fuertes, valientes y corajudos y eso también cuenta cuando hemos sido
feos, tristes, necesitados de otros, cuando hemos estado enfermos, llorando,
deprimidos y sin ganas de nada, todo eso va en el paquete.
La pandemia al hacernos estar meses en nuestras casas, al no
poder tener contacto físico con otros, y hacernos estar 24/7 sólo con nosotros y
personas que veíamos en la rutina de un día a día, pero no siempre, nos esta
mostrando la tolerancia a las imperfecciones que queríamos tapar,la tolerancia de no moverse, de estar quietos, y sentir,
solo sentir…
Todo esto lo escribo pensando en astrología, pero no quería hablar
en términos técnicos, acá están encerrados los eclipses, las conjunciones, los
planetas en signos cardinales, pero no quería decirlo así hoy.
Yo no sé que cosa hemos aprendido todos aún, y no es
necesario haber aprendido tampoco, porque esa es otra exigencia impuesta.
Pero lo que sí sé, es que nadie va a salir igual a como
llegó de esta pandemia, el mundo y nosotros ya somos distintos, la piel es
distinta, ciertas visiones son distintas, las necesidades son distintas, hemos
aprendido a vivir con menos, a valorar más a ciertas personas y hechos, pero mi
anhelo es que también aprendamos a querernos en la oscuridad, en el proceso de
la metamorfosis, en el nigrado como dice la alquimia.
No quiero romantizar el trauma ni el dolor, solo quiero que
se acepte como proceso natural de vida, para así guiarnos mejor, quiero que aprendamos a ser fieles a nosotros mismos,a nuestro propio pulso,a nuestros latidos.
Esto lo escribí por mi propia experiencia de vida, los que
me conocen saben que de pequeña el dolor físico ha sido un tema, y la única forma
de llevarlo mejor, fue viéndolo como algo natural en mi persona, puede sonar
cliché pero el gesto más amable que pude hacer conmigo fue aceptarlo.
El mundo esta en crisis, la política, el sistema económico,
nuestras mentes, nuestro cuerpo, y no hay certeza de nada, y nunca la hubo.
Y me arriesgo a decir, que eso también esta bien, ya llegamos
a este punto, que más certeza queremos tener.
¿Y qué si no estamos bien?, es un síntoma de que tampoco
estamos tan mal.
Nos enseñaron a no querernos como somos, el acto más rebelde sería hacer exactamente lo contrario, veamos que hace el mundo con eso.